El proceso de demolición de un edificio puede ser muy complejo o muy simple, dependiendo principalmente del tamaño del edificio derribado. Es por esto por lo que no todas las demoliciones se hacen de la misma manera.
Cuando hablamos de tipos de demoliciones, entendemos que existen varias formas diferentes de llevar a cabo un proceso de demolición.
Podemos dividir las demoliciones en tres tipos, los cuales veremos a continuación.
Demoliciones mecánicas
Las demoliciones mecánicas son actualmente las más comunes. Se llevan a cabo principalmente para demoliciones totales o para demoliciones parciales de grandes superficies.
Este tipo de demolición involucra el uso de maquinaria pesada y equipos portantes tales como robots o retroexcavadoras a los que se les han implementado elementos y herramientas específicas para la demolición.
Las demoliciones mecánicas aumentan notablemente la velocidad de la demolición y, siempre que se lleven a cabo de la forma adecuada y siguiendo las normas de seguridad, es un tipo de demolición casi totalmente libre de riesgos.
Para llevar a cabo una demolición mecánica, suele ser necesario un amplio espacio de trabajo, así como ciertas preparaciones previas y posteriores.
Demoliciones tradicionales
Este tipo de demolición se emplea principalmente en proyectos más pequeños o demoliciones parciales. Puesto que el objetivo es conservar parte de los elementos estructurales, como muros o medianeras, no se trabaja con maquinaria pesada, si no que se emplea mano de obra cualificada y que utiliza técnicas y herramientas tradicionales.
Aunque este tipo de demolición conlleva más tiempo de trabajo, también permite un proceso más específico que permite diferenciar los elementos que serán derribados de los que deben mantenerse.
Normalmente tienen lugar dos fases. En la primera se emplean martillos hidráulicos, pinzas y cizallas para hacer las demoliciones y en la segunda se retiran los escombros más pequeños empleando máquinas y herramientas ágiles.
Demoliciones en siniestros
Este tipo de demoliciones tienen lugar cuando se ha producen siniestro como inundaciones, incendios, tornados o cualquier otro fenómeno que pueda producir daños estructurales en los edificios.
Requieren una respuesta rápida ante las emergencias y un equipo altamente especializado.
En una situación de siniestro, el objetivo es minimizar al máximo los daños y fomentar la pronta recuperación de la zona afectada.