Para comenzar, es necesario hacer una especie de delimitación del término metal, el cual nos ayudará a entender todo lo que vamos a explicar posteriormente.
Podemos definir el metal como todo aquel elemento químico que, además de ser buen conductor del calor y la electricidad, posee alta densidad y es sólido a temperaturas normales (excepto el mercurio), además de poseer generalmente la capacidad de reflejar la luz (lo que le da su peculiar brillo). Dentro de los metales, nos encontramos dos clases: los ferrosos (Hierro) y los no ferrosos (Cobre, Aluminio, Estaño, entre otros).
La importancia del reciclaje de metales radica en que contribuye a no empeorar el entorno medioambiental actual y a conseguir un mundo mejor. Tanto es así que al reciclar chatarra, se reduce significativamente la contaminación de agua, aire y los desechos de la minería en aproximadamente un 70 por ciento.
Asimismo, obtener aluminio reciclado reduce un 95 por ciento la contaminación del aire, ahorra un 90 por ciento de la energía consumida al elaborarlo y contribuye a la menor utilización de energía eléctrica, en comparación con el procesado de materiales vírgenes.
Además, el reciclaje del metal aporta dos principales beneficios. Por un lado, reduce el impacto ambiental que produce la extracción de materias primas y por otro lado, la recuperación del acero de las latas usadas es infinitamente menos contaminante y nocivo que la producción de acero nuevo.
Sin embargo, el estallido de la crisis económica y en especial, de la burbuja inmobiliaria ha desembocado en una disminución considerable de la chatarra procedente del sector de la construcción.
Todo esto ha supuesto que las chatarrerías en Teruel y no solo aquí, sino también, en el resto de provincias de España, hayan tenido que hacer frente a esta situación y hayan tenido que sobrevivir de cualquier forma como por ejemplo gracias a las chatarras generadas en desguaces, maquinaria diversa, cableado, vehículos de transporte en desuso, así como trenes o barcos, residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, etc.
De esta forma, el negocio de la chatarra en Teruel llevan día a día un proceso arduo y complejo, en el que prevenir la contaminación global del planeta es su máxima a todos los efectos.